Desde su aparición, los largos paseos por la playa se volvieron más interesantes. En poco tiempo, ascendieron a una de las primeras posiciones de la cadena alimenticia, convirtiéndose en uno de los monstruos más temidos y peligrosos del catálogo, y la prueba viviente de que tres cabezas no piensan mejor que una.
Enormes bestias llenas de ira que viven en el mar y en las playas más peligrosas, peligrosas precisamente por su presencia, haciendo gritar de horror a turistas y capitanes de barco. Si se les corta la cabeza, tienen la desagradable costumbre no solo de regenerarla, sino de multiplicarla, de modo que por cada cabeza que pierden, ganan unas dos más, lo que hace que sea realmente frustrante matarlas. Sin embargo, cuantas más cabezas crean, menos inteligencia conservará cada una de ellas. Nadie ha visto nunca cuántas cabezas pueden crecer, pero se teoriza que el límite es 19.